21 de enero de 2022

¡Que viva Patria!

Sí, sin el artículo “la” en medio. ¡Que viva Patria! Y que viva también Fernando Aramburu, artífice de una de las novelas con más renombre de los últimos años en la literatura española. Todos nos acordamos del Quijote, de El Lazarillo de Tormes, del relato del Cid Campeador, Luces de Bohemia o La casa de Bernarda Alba. Éstas, obras que han ido formando la concepción de literatura española que conocemos a día de hoy son consideradas como las bases de nuestra lengua. Obras que se estudian en el colegio año tras año. Seguramente, sin quererlo ni beberlo, estemos también ante una novela que dentro de unos años va a entrar en este saco de grandes éxitos de la literatura que se estudian en la E.S.O. Patria, sin ningún lugar a duda, estará ahí. Pero paso a paso, empecemos por el principio.

“Ahí va la pobre, a romperse en él. Lo mismo que se rompe una ola en las rocas. Un poco de espuma y adiós”. Así empieza el primero de 125 capítulos con los que cuenta la novela escrita por el autor vasco. 645 páginas de pura literatura. Literatura en mayúsculas en cada una de sus líneas, unas líneas que se van marcando en tu mente a medida que las vas leyendo y no te dejan ir, por muy tarde que te vayas a la cama. Esa narración mental que hace el autor, como si lo estuvieras hablando con tú mismo. Frases a medio hacer, pensamientos recurrentes y una gran cantidad de recursos estilísticos predominan en cada párrafo de la novela.

Me acuerdo la primera vez que intenté ponerme con este libro. Mi madre lo acababa de terminar hacía poco tiempo y la serie aún no era ni un proyecto. El libro tenía muy buenas críticas y la trama invitaba a darle una oportunidad. Veranito, calor, pocos planes esos días, el momento idóneo para poder empezarlo. Y lo empecé. En esa época, mi amor por la literatura no era el mismo que ahora; han cambiado tantas cosas… Leía unas páginas, me iba a nadar, comía y volvía a leer por la tarde antes de salir por ahí con los amigos. El vaivén de los días hacía que no pudiera prestarle la atención que merece y al perderme en su idas y venidas de la historia lo dejé antes de las 50 páginas. Una miseria. Me acuerdo que me daba rabia no poder seguirlo, pero era incapaz. 

Luego estuve dos años sin volverlo a coger. Dos largos años en los que mis ganas de leer han ido exponencialmente aumentando poco a poco hasta llegar a los niveles en los que se encuentran ahora. Disfruto leyendo, aprendo, viajo a nuevos mundos, conozco y me pierdo en las palabras de autores como Delibes o Pablo d’Ors que hace unos años ni me habría planteado leer. Los tiempos cambian, y normalmente a mejor. Menos mal.

Empecé el libro el domingo 9 de este nuevo año 2022. Lo tenía muy claro. Esta vez lo iba a terminar, costara lo que costara. Mi madre me había aconsejado que cuando lo empezara no lo dejara, y así ha sido. Una vez empecé a embarcarme en la historia de los 9 personajes que participan en la novela no me bajé de ella hasta hace unos días que la terminé. Bittori, Miren, el Txato, Nerea, Arantxa… todos tienen su pequeña gran historia; todos tienen sus problemas, sus ganas de venganza, sus ideales, y su gran carácter. Cómo se nota que son vascos. 

En cada capítulo coge el testigo de la narración uno de los personajes. A veces esos narradores duran hasta 3 capítulos, pero no más. Acabas de encariñarte con uno de ellos y te empieza a hablar otro al que puedes odiar, contándote su historia. Un capítulo más tarde, ya te está hablando otro de un momento 20 años anterior. Y al final empatizas tanto con todos que es imposible no sentirte parte de esa historia. Yo no viví la época fuerte de ETA. Viví algunos atentados a lo largo de los 11 primeros años de mi vida, pero me acuerdo cuando atentaron en Palma de Mallorca y yo les pregunté a mis padres si eso significaba que lo siguiente que iban a hacer era atentar en Menorca. Poco tiempo después salió el comunicado que toda España esperaba en el que se retiraban de la lucha armada, y a partir de ahí no han vuelto a aparecer. Toquemos madera. 

Patria, como buena novela que es, nos enseña todos los puntos de vista de esta lucha armada que transcurrió en nuestro país durante más de 30 años. Nos enseña a Joxe Mari, culpable y encarcelado durante más de la mitad de su vida; nos presenta a Bittori, víctima de uno de los atentados; nos muestra a Miren, madre luchadora que es capaz de estar a favor de la muerte por proteger a su hijo; nos muestra a Gorka, hijo gay que no quiere meterse en problemas y se ve obligado a huir del pueblo para protegerse; nos muestra como el pueblo gira la cara a uno de los suyos por no pagar a la organización, o cómo la iglesia apoya el movimiento desde la sombra… Como veis, podemos encontrar de todo en cada una de las historias, porque Patria no es solo la historia de una familia a favor de ETA y una en contra. Patria es la historia de las vidas de 9 personas en ese exacto momento en el que se dan cuenta que ETA ha cambiado sus vidas para siempre. ¿Se arrepentirá Joxe Mari de haber vivido por una causa inútil? ¿Se dará cuenta Miren de que está dando la espalda a una de sus mejores amigas? ¿Se es posible ser feliz después de un suceso como este?

        Sean cuales sean las respuestas, lo tendréis que investigar leyendo el libro. Este libro no merece spoilers. No quiero contaros mucho más porque no voy nunca a poder explicaros tan bien la novela como su autor. Por algo la escribió. Aunque pasarán los años y no necesitaremos spoilers para conocer la historia. Pase lo que pase la novela perdurará en la mente de todos, como ha pasado con El Quijote, La casa de Bernarda Alba, Yerma u otros ejemplos. “Las dos se miraron un instante a los ojos antes de separarse. ¿Se dijeron algo? Nada. No se dijeron nada”.  

Y así te quedas, tan pancho. Dios, Fernando. Eres el p*** amo. Gracias por tanto. ¡Viva Patria! ¡Y viva la madre que te parió!

5 de enero de 2022

24 segundos de posesión para el 2021

Queridos lelectores – parece que soy tartamudo, pero es aposta-, os doy la bienvenida a esta entrada, la que era la última de este 2021. Sé que vamos un poquito atrasados, pero por motivos logísticos, un servidor no lo ha podido subir antes. El 2021 ha sido un año que ha dejado un poquito mejor sabor de boca que el anterior, aciago para muchos de nosotros. Como el año pasado, y algo que se repite dos años se convierte en tradición, vamos a repasar este año para ver la gran cantidad de cosas que han pasado. Que no han sido pocas.

Todo empezó en casa este año, ni Londres ni mierdas. En casa como siempre. Pero también en casa como nunca. La diferencia a otras veces fue el haberlo de celebrar solos, brindando los 4, sin poder celebrarlo más allá de la 1 de la mañana, hora en la que el toque de queda (esa palabra que ya nos queda tan lejana, pero a la vez repetida estos días en las noticias) entraba en vigor. Era un brindis solitario por un año mucho mejor que el que terminábamos: un año en el que hubiera más salud, amigos, viajes y todo a lo que estábamos acostumbrados en nuestra antigua normalidad.

Y entonces la normalidad dijo: “pa qué me invitan si saben como me pongo”. Y de repente en 10 días de enero se había asaltado el Capitolio, uno de los lugares más seguros del mundo después de Hogwarts, y la borrasca Filomena atacó a media España, dejando pistas de nieve por las calles de Madrid como postal más impactante y sorprendente. En febrero, después de una ola muy grande de Covid, las restricciones fueron aflojando y pude ver a Cris 4 meses después de la última vez (¡cuánta mierda hemos aguantado!).

Fueron momentos donde viajamos a mi ciudad querida, volví a Granada y a sus cervecitas con tapa tras un tiempo separados y la primavera fue apareciendo día a día. Tristemente, tuvimos que posponer la Semana Santa y rezar para que este año pueda haber (que ya veremos), y poco a poco la vacunación fue empezando a aumentar. Al principio iba al ralentí, pero una vez cogió velocidad, al llegar verano nos convertimos en uno de los países con una tasa de vacunación más alta, demostrando que los españoles podemos unirnos en las cosas importantes (aunque sea para ir más tranquilos al bar). Pero lo conseguimos.

Llegó verano y con ello todas las competiciones de deportes atrasadas del 2020. Ya lo dije en una entrada: el que quería podía estar las 24 horas conectado a la televisión. Mi hermano y yo, porque teníamos que dormir, porque sino lo habríamos hecho. Un año más volvió Fuengirola, esta vez con un apartamento que ni en los mejores sueños habríamos imaginado, sus playas, su “pescaíto” frito, su costa y nuestra felicidad. El verano terminó, eso sí, conmigo en Menorca y contigo en Paris, una distancia bastante considerable si no estuviéramos ya acostumbrados a estas cosas.

Y empecé el curso con novedades. Nuevo horario en el trabajo y una de las cosas de las que más orgulloso estoy de haber cambiado: me apunté a baloncesto y ahora mismo, escribiendo esto, llevo 4 meses entrenando. Sigo siendo una castaña de jugador, pero al que ya se le ven algunas cositas. Digo cositas porque aún estoy en un 34% de tiro, sino podría decir cosotas. No es el caso. Uno de los objetivos para este 2022 es llegar a jugar bien, como uno más. El tiempo dirá, y el entrenador también.

Termina un año lleno de nuevas oportunidades, nuevas ilusiones, y nuevas amistades. Porque el baloncesto no solo me ha dado oxígeno, sino que me ha dado un grupo de amigos al que quiero un montón y que se han convertido en la segunda familia que uno elige. Termina un año con mi familia al completo, que eso ya es mucho, con mis padres siempre a mi lado, con mi hermano disfrutando de este 2º de bachillerato que está sacando y conmigo intentando mejorar como persona, día a día, y como escritor, entrada a entrada. Con ellos sé que todo esto va a ser posible.

Solo deseo que el 2022 nos traiga más salud, más alegrías, más abrazos de la gente a la que queremos, más victorias, más cervecitas en el bar del pabellón, más facturas a entrar en el trabajo, más paseos, más fiestas, más cenas improvisadas, más domingos de peli en el sofá, más viajes y más felicidad. Como decía Aristóteles, si a final de 2022 no cambiaríamos nada del año vivido, es que hemos sido felices. Espero llegar a final de año y no arrepentirme de nada, por haber vivido todo lo que tenía que vivir, sin peros, sin excusas… porque la vida es esto: vivirla y seguir para adelante, que es muy corta y nunca sabes cuando se te va a cortar el grifo. Quedan 24 segundos de posesión de este año 2021. Tenemos bola para ganar el partido. Vamos a jugar unos cuernos arriba, y que el pívot haga el roll para abrir luego a la esquina. Con suerte, tendremos triple liberados y el tirador no va a fallar. Nadie dijo que iba a ser fácil, pero juntos lo sacaremos adelante. 

Esto es todo amigos, un año más. Llevamos ya más de un año con la tontería, y espero que no se acabe hasta dentro de mucho tiempo, si eso. Nos vemos el próximo año, en uno aún un poquito mejor. Brindemos por seguir juntándonos, por seguir jugando, besándonos, abrazándonos, saliendo de fiesta, haciendo el amor o leyendo este, nuestro blog. 

        P.D. Cris, prepara el cava en tu casa y el tartar falso, que vuelvo otra vez. Me he quedado con ganas de más. 

Chin chin.