30 de septiembre de 2023

Smash Friend. La top ventas.

Qué bonito es encontrarte con esos amigos de la universidad. Qué bonito es volver a encontrarte a esos amigos que en su momento no diste la importancia que podían tener. Qué bonito es encontrarte con ellos 5 años más tarde y que el tiempo parezca parado en el primer día que os conocisteis. Qué bonito es pedirte un Vicio con ellos, en uno de los pisos donde vivís y vivir esa vida que en algún momento soñaste. Qué bonito es charlar hasta las 4 de la mañana, como si la vida se fuera a parar al día siguiente. Qué bonito es salir a pasear con ellos y a tomarte una cerveza. Qué bonito es que pasen los años y no importe el tiempo, o qué bonito es que no habléis todos los días y el día en que nos juntamos cada uno haga la actualización de su vida -para quien se haya podido perder un capítulo-. Qué bonito es volver a la normalidad. Qué bonito es eso que pasa cuando nos juntamos los amigos. 

Ellos dirán que en los años de la uni no quedé suficiente con ellos. Que prioricé otras cosas. En ese momento creí que hacía lo correcto, y años más tarde he descubierto que puede que tuvieran razón. Tal vez no estábamos en el mismo momento vital, aunque compartiéramos universidad. Puede que no estuviera viendo que, dígase pareja, dígase amigos, dígase familia, hay que disfrutar de ellos el máximo tiempo posible porque uno nunca sabe lo que puede pasar. 

Cuando volví a Menorca por el Covid, la mayor parte de la gente que había conocido en esos dos años pasó a un segundo plano. Había otras cosas más importantes. En ese momento, sin embargo, no sabía si volvería a poder verlos como en la época iniciática de la universidad. 3 años más tarde, estamos todos en Madrid, cada uno con su trabajo, cada uno con sus cosas, cada uno con su pareja, amigos, másters, obsesiones, gustos, fiestas, libros, vermuts, etc, pero nos volvemos a juntar. Nos volvemos a reir. Nos volvemos a abrazar, a hablar durante cinco horas seguidas. Como Cinco horas con Mario. Y eso no se cambia, porque eso no tiene precio. Esa es la familia que se escoge, y a ellos los escogería mil veces más. 

Eso sí, cuando os digan que vienen a vuestra casa a cenar, como mínimo, esperad que os traigan vino. Chin chin.