6 de diciembre de 2020

El merecido reconocimiento del ajedrez. Por fin.

        Tac. Blancas mueven. Peón a d4. Tac. Responde peón negro, colocándose en d5. Tac. Peón a c4. Así empieza el Gambito de dama. Así empezó Elizabeth Harmon, nuestra jugadora de ajedrez favorita. La huérfana que maravilló a todo el mundo en los años 60 y también, la niña que se ha ganado todos nuestros corazones este mes de noviembre en Netflix.

        Alfil blanco a e5. Tac. Todo empezó un día que mi novia dijo; “hay una serie que está muy guay que va sobre ajedrez”. ¿Ajedrez? ¿De verdad? Eran dos cosas que no me cuadraban juntas. ¿Diversión y ajedrez? Podía ser cierto, pero se tenía que comprobar. Contesta el peón negro a c4. Tac. Para los dos, la cuarentena también dio para esto, para aprender a jugar. Ella con su padre y yo con mi hermano. Calidades distintas que nos permitieron jugar alguna partida en su casa. Con victoria de un servidor. Nadie lo dudaba tampoco. (Cristina, sabes que te quiero…).

        Caballo blanco a f2. Tac. Beth, o Elizabeth para los rivales, era una chica americana que había vivido su infancia en un orfanato. ¿El motivo? No es muy difícil de adivinar, pero tampoco os lo voy a contar todo. Responde alfil negro a f6, ampliando la zona de ataque. Tac. Era pelirroja y con flequillo. No muy agraciada la pobre, aunque con ese vestido, ni Kendall Jenner marcaría tendencia. Caballo blanco se come a peón 3. Tac. Durante sus años en el orfanato, descubre la práctica de un deporte, un tanto diferente. Un deporte poco seguido, en el que por muy sudador que seas, como yo, ni una gota te llegaría a caer. El ajedrez es un deporte complicado, laborioso, táctico. Y ella empieza a ganar. Y ganar. Y seguir ganando. Pero esconde un secreto, un secreto que se encuentra en el interior de unas pastillas. 

        Torre negra avanza 5 casillas. Tac. Harmon, que así se apellidaba la chica, representa perfectamente el paradigma del genio y la locura, y la fina línea que hay entre esas dos palabras. Si lo pensamos, muchos genios fueron así: Einstein con sus teorías, Newton con las manzanas, Steve Jobs y su innovación tecnológica nunca vista, Beethoven con sus sinfonías siendo sordo, Marie Curie y sus avances científicos, o Zidane, que, con sus alineaciones, a los madridistas nos tiene en vilo. En cada uno de ellos siempre reina la locura por encima de la razón, y tal vez por eso son tan buenos en lo suyo.

        Peón 4 negro avanza una casilla más. Tac. No solo se descubren nuevas jugadas de ajedrez, que evidentemente, ya sé que al que no juegue no le importan una m*****, sino que descubres una época distinta. Una época en la que se diferencian más las clases entre las personas; una época en la que predomina el machismo; la loca y seria Rusia sigue siendo igual o más fría que nunca -Napoleón y Hitler, bien lo saben-; una época en la que se siguen escuchando discos de vinilo -no como ahora, que sólo escucho yo y alguna persona más- y en la que también destacan los coches bonitos y los apartamentos diseñados por Frank Lloyd Wright y sus seguidores. ¡Qué estilo más espectacular! Tienen un aire tan vintage, que te entra por los ojos justo al verlo. 

        Reina blanca a d3. Jaque. Tac. Plan de domingo por la tarde. Con lluvia. No sabes qué hacer y las posibilidades en Netflix son infinitas. O casi infinitas, ya que la película que quieres ver no está. Ni en Netflix, ni en otra plataforma. Caballo negro se come a peón 4 -como pretendíamos-. No os he podido contar mucho, pero creo que es necesario ver la serie. Descubrir el personaje que muchos conocíamos por Peaky Blinders, pero que hemos perdonado y admirado por ser nuestra jugadora. Sufriendo hasta el último momento. En eso se parece más al Atlético de Madrid. 7 capítulos. Una partida intensa, emocionante, sensible. Una partida que lo tiene todo. Avanzamos, un artículo más, hacia la reina negra. Jaque mate. Os espero en el próximo artículo. Cristina, a ti te espero en la próxima partida. Quiero que me ganes. 

 

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