11 de septiembre de 2022

Festes de Gràcia, que alegres són.

Y llegaron a su fin. Fueron breves, pero intensas. Tan intensas que uno no se da cuenta de que el tiempo va pasando. Y 3 años han pasado desde que pudimos disfrutar de nuestras últimas fiestas. Una pandemia, un volcán, una guerra y la muerte de una reina han sucedido en todo este tiempo, y las ganas de fiestas han ido en aumento desde la primera cancelación en 2020. 

        Cada verano la isla se llena de turistas y de fiesta. Cada fin de semana podemos disfrutar de dos días en los que se mezcla buena compañía, caballos, alcohol, música, y comida. Mucha comida. Empieza el verano con las fiestas de Sant Joan, a las cuales hace tiempo que no voy, y a partir de ahí se van sucediendo: Es Mercadal, Alaior, Fornells, Ferreries… Todos y cada uno de los pueblos de la pequeña isla en la que vivimos tiene las suyas y toda la gente se traslada para poder vivir dos días de “bulla” en los que sabes cómo empiezas, pero no cómo terminas. 

Para mi ha sido un verano de mucha música. Bodas con Bon Ball Tenim donde tocar Quevedo y Rosalía se vuelve normal, pasacalles con la banda, conciertos, ensayos, pregones y dianas. He pasado más tiempo tocando que en la playa, sudando más que tomando cervezas en un chiringuito, pero esta es otra forma de disfrutar, y es la manera en la que disfruto yo desde que tengo 8 años y empecé con la banda. 

        Este año era mi decimocuarto cumpleaños con la banda, y mi sentimiento es el de un veterano curtido en cientos de batallas. Mil aún no. Era ver las caras de mis compañeros, muchos de los cuales eran de sus primeras fiestas que tocan, y se notaban esos nervios, las ganas de quedar bien, el cansancio de las primeras veces y la inexperiencia. Eso sí, sin ellos no habría fiestas. 

11.30h. Miércoles. Primeros acordes de El Gato Montés con Bon Ball Tenim frente a varios centenares de personas siguiéndonos al fin del mundo. ¡Lo que hemos conseguido en estos años es una locura! Quién iba a imaginar que en un día nos contactarían para 4 bodas y habría cientos y cientos de personas que nos seguirían en cualquiera de nuestras salidas. 3 horas después y varios litros de agua menos, llegábamos al final con la ilusión por las nubes y ganas de seguir la fiesta. 

16.15h. Mascletá terminá’ y la banda colocá’ y a empezar un pasacalles que se hace eterno. Aún con la comida en la boca casi y el sol dando de pleno, gigantes y bandas pasamos por las calles del pueblo para empezar una fiesta que solo acababa de dar su pistoletazo de salida. 

20.30h. Con un descanso de 45 minutos, poca cosa puede hacer uno. Un “mos” que decimos en Menorca, un par de vasos de agua y recoger las cosas para ir a tocar al Jaleo. Un poquito de colonia para oler mejor, y un poquito de hielo para el labio. Hasta 4 horas más tarde no íbamos a bajar del escenario. A las 00.30h, unos van volando, y nosotros nos vamos muriendo. Muriendo por sacar la pomada (Gin Xoriguer-limón) de la nevera y empezar la fiesta que la gente lleva disfrutando desde las 18.

6.00h. Jueves. Tras una verbena con amigos que este año me han acompañado todo el verano en esta odisea musical, es hora de irse a la cama. Sudando como un pollo -qué raro- y cayendo a plomo en la cama. Pero no has cerrado los ojos, y casi estás durmiendo. 

9.00h. Instrumento montado y gafas de sol puestas, empieza un pasacalle que siempre se habría podido ahorrar. Se cobra igual, y es lo único bueno que tiene, pero a veces no sé si compensa las horas que dejas de dormir. Tras varias canciones y chistes entre nosotros, tu cuerpo se va animando y ya no tienes la sensación de haber dormido solo 2 horas. Solo sabes que no has dormido, y que te importa nada.

12.30h. Tras una llamada inesperada, pero esperadísima durante meses, nos volvíamos a preparar para otro jaleo. Primera vez que tocábamos el día 8. Mi primera vez. Y los nervios volvían aparecer, más después de la última noche. La gente que te conocía te decía: ¿otra vez estás por aquí? ¿No estás muerto? Mi respuesta fue “naah, si ahora queda lo más corto”. Qué vacilón. ¿Lo más corto? 5 horitas de tocar a mi no me parecen cortas, pero en ese momento no te paras a pensar en nada. Tocas. Intentas disfrutar. Y te olvidas de todo. Al menos me olvidé de que en las últimas 24 horas había tocado 17. El labio lo tenía hinchado y con algún corte interior, pero veía esa gente ahí disfrutando y tú intentabas dar todo lo que te quedaba para terminar de la mejor forma posible. 

18.00h. Bajamos del escenario y la gente iba a seguir de fiesta un rato más. Sin embargo, mis fuerzas eran las de un espagueti cocido que poco a poco se va cayendo en la olla. Más blanco de lo normal, llegué a casa, donde me esperaba una comida que sabe a merienda. El bocadillo de “pop amb ceba” en el jaleo había sido bueno, pero las albóndigas de mi madre a las 18.30 de la tarde supera a cualquier otra cosa. 

        Terminamos el día saliendo de casa al final, en dirección a uno de los últimos actos de las fiestas. A uno de los últimos actos del verano. El cierre de todo. Las “corregudes” y el “darrer toc” indicaron que el verano se iba terminando. Y esta entrada, también. Han sido días intensos, de algún modo, de despedida, con muchos sentimientos encontrados, recuerdos de muchos años subiendo a ese escenario, tocando por las calles, y disfrutando de la gente que te importa y te apoya cada día. Gracias a todos por estar. 

Y gracias a todos por leer. Bones Festes de Gràcia. Fins l’any que ve, si Déu vol. 


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