Hilari decía que los poemas nunca se tienen que escribir. Los poemas se cantan para uno mismo y esa es la manera de mantenerlos en el recuerdo. En la novela ocurre prácticamente lo mismo. Irene Solá consigue con una prosa muy particular hacer inolvidable la vida de ese pequeño pueblo. Tres casas bastan para dar vida a toda la serie de personajes que pasan por cada uno de los capítulos.
Hay veces que un rayo puede cambiarte la vida. Nos lo cuenta a través de la vida de la Sió y sus hijos. Pero también te la puede cambiar un disparo. Cuestión de perspectiva. Todo esto culpa de un corzo demasiado escurridizo. He buscado lo que es, y es la viva imagen de la madre de Bambi. La palabra “cabirol” no la había escuchado en la vida, así que siempre se pueden descubrir cosas nuevas.
La narrativa de Solá me ha recordado mucho a la que tiene Delibes en El camino, novela que ya comentamos hace unas entradas. Ese pueblo que, en esta novela, la autora catalana sí sitúa en Camprodon, formado por 3 casas y muchas vidas se llena de sensaciones totalmente opuestas un día sí y otro también. Esta narrativa nos muestra una realidad muy cotidiana, de la que me quedo con uno de sus poemas.
"Et vull a tu, / pagès i poeta. / Pren aquest llibre / que celebra la nostra unió.
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