Corría el mes de marzo, y por los estrechos pasillos que separan las novedades de poesía con las de literatura europea en Pérgamo, apareció un libro que nos encandiló. Semanas previas a la Semana Santa, La noche de Getsemaní se convertía en una de las atracciones para todo el público cofrade y religioso. Sin embargo, la sorpresa vino cuando ese ensayo psicoanalista se convirtió en uno de los best-sellers de nuestro grupo de amigos. Recordaré siempre una amistosa “pelea” con otra clienta en busca de ese preciado tesoro. Ese día, ella ganó la batalla, pero yo gané la guerra llevándome Retén el beso, libro que recomendaré en breve en este blog. Ya os dije que la obsesión por Recalcati era real.
Llegó abril, y con los primeros atardeceres del mes, de esos que se graban a fuego en la retina aunque en Madrid no se duerman sobre el mar, pude leerme por fin ese corto libro sobre la noche de traición y plegaria de Jesús en el monte de los Olivos. Lo escribo de formas diferentes para hacer pensar un poco a la cabeza. La noche de Getsemaní está muy repetido ya. El tema me encantó, hasta llegar a obsesionarme. No para leer la Biblia entera, como alguno de Albricias librescas ha hecho, pero no podía cerrarse la historia ahí. Algo, no sé el qué, me pedía más.
Y aquí la historia salta a hace poco menos de dos semanas. Rutinariamente, en uno de esos lunes en los que cerrar el portátil a las 17.30 sonaba como la apertura de una Coca-cola -sí, solo me pasa con la Coca-cola-, me pasé por la librería a visitar a mis dos libreras favoritas. Eri y María me recibieron después de un puente de sol y playa en Málaga con sendos abrazos y preguntas sobre el fin de semana. Traté e contarles por encima cómo habíamos disfrutado y lo bien que se vive al nivel del mar, hasta que me percaté de que había nueva editorial del mes. “Periférica es la editorial de este mes, carnal”, me dijo mi carnala. Si Periférica era la editorial del mes, solo podían ocurrir dos cosas: la primera, que no hubiera un libro malo. La segunda, la cartera tenía que aguantar el ansia por comprarlos. A 24 de mayo, puedo decir que solo he comprado uno.
Sin embargo, no compré uno cualquiera. Me acerqué a esa estantería llena de libros rojos con portadas y títulos tan sugerentes como “Metafísica del aperitivo”, “Los árboles no huyen” o “¿Puede prestarme su pistola, por favor?, y hubo uno que de repente, brilló. Y sentí, en ese momento, que era el elegido. “Yo soy Jesús”. La portada era brillante. El título, mejor. Las probabilidades de que fuera un mal libro: ninguna.
Después de La noche de Getsemaní, era la continuación perfecta. Empieza, como yo he hecho al principio de esta entrada, de la siguiente forma: “Nací en Belén, hace treinta años. De niño, mi madre me contaba la noche legendaria de mi epifanía para hacer más llevaderos los largos viajes a lomos de la burra”, y me dio igual leer más. Ese era el libro que me iba a llevar. Ese era el libro que tenía que venirse conmigo. Ese era, el libro.
En este diario, Jesús nos cuenta la historia de su vida desde otro prisma inédito hasta ahora. En este diario, hay más cuento que realidad -dentro de la posibilidad de que todo ocurriera-. No es un evangelio apócrifo, ni un diario rescatado, sino otra forma de explicar una vida que presenta tantas incógnitas como años han pasado desde que ocurrió. En sus más de doscientas páginas, podemos ver a un Jesús niño, intrigado por la desaparición de su padre; vemos a un Jesús adolescente, embelesado por la belleza de una chica; vemos a un Jesús que no busca ser en ningún momento ese profeta que conocemos. En este diario, vemos a un Jesús carpintero. Un Jesús que dio todo por su pueblo de Nazaret en el peor momento del pueblo. En este diario vemos aparecer a Juan, su primo, a Lázaro -¿será el de “Levántate y anda”?-, descubrimos a una tal Ana, que se supone que iba a ser su esposa. Pero sobretodo, vemos a un Jesús al que nadie ve como un ser superior. Es, nada más y nada menos, que un hombre. Un simple hombre.
Lo dije en el anterior libro y lo repito en este. Disfruto de ver esta parte de Jesús desconocida, aunque todo lo que haya leído en esta obra sea invención de su autor. Mención aparte a cómo está todo escrito. Giosuè Calaciura, eres un genio. Eso sí, ¿por qué no has seguido un poco más? Cuando cogí este libro, buscaba una explicación a toda su última semana des de un punto de vista totalmente íntimo. Buscaba un diario de su semana santa. Buscaba sus pensamientos, emociones, sus lágrimas y plegarias, sus sueños y duermevelas. A lo mejor es que este libro aún no se ha escrito. Habrá que seguir buscándolo.
Yo soy Jesús ha demostrado que ese Jesús que conocemos, el que nos ha explicado la Biblia, no es solamente el Jesús que existió. Yo soy Jesús ha demostrado que el Jesús que no conocemos, también vivió, existió y era un simple hombre. Yo soy Jesús ha demostrado que hay 4 evangelios, muchas incógnitas, e infinitas historias por contar.