22 de junio de 2021
El humor y la libertad; una relación potencialmente peligrosa.
15 de junio de 2021
2021. Año del rebrot... perdón. 2021. Año del deporte.
11 de la mañana. Una vez has desayunado, te preparas para un día de descanso en el que poca cosa vas a hacer. Lo tenemos que aceptar: en verano se intenta no hacer nada. Y con el calor que hace, es aún, más imposible. De pequeño, mis padres me compraban unos cuadernos para ir haciendo ejercicios mientras ellos trabajaban. Una vez pasé los 13 años, creo que no lo volvieron a intentar. No nos gustaban mucho. Mientras, disfrutábamos de una gran carrera de triatlón en la que no conocíamos a ningún participante. Usain Bolt también solía correr a esa hora, y no había carrera suya que nos perdiéramos. Todo esto lo veíamos entre sumas de matemáticas y cuadernos de caligrafía a 40 grados.
13 del mediodía. Llegaba la hora de ir a la piscina a refrescarse un poco. En verano se agradece. A veces nos llegábamos a casa de mi tía y así le hacíamos compañía. Mientras hablábamos con ella, solía jugar España o Estados Unidos algún partido de baloncesto. Recordaré estar en la piscina, con el aperitivo allí al lado, e ir corriendo a la puerta del salón para ver qué hacía la selección. No podíamos entrar porque lo mojábamos todo, pero nos quedábamos en la barrera (como hace la gente en los toros), intentando ver lo máximo que pudiéramos. Normalmente, ganábamos siempre hasta que llegábamos a la final. Ahí nos tocaba sufrir, y casi siempre, perder.
14 de la tarde. Después de unos cuantos largos más, mi tía, al no tener otra cosa en la nevera que no fuera cerveza y ensalada, nos solía invitar a paella. Llamaba y pedía una mixta para 5 a La Paella o Ca’n Jordi. Eso sí, teníamos que esperar a las 3 para que estuviera lista (es lo que tenía hacerlo a última hora siempre). Entre que esperábamos, solía terminar el partido de baloncesto e inmediatamente nos daban alguna carrera de Mireia Belmonte o Michael Phelps. Nunca nos había interesado tanto la natación, pero es verdad que el ímpetu que le ponían los narradores hacía que ese deporte ganara enteros.
16 de la tarde. Una vez devorada la paella y hecha la digestión, volvía el deporte a las olimpiadas. A esa hora solía haber algún partido de tenis, o deportes más de tipo atlético (salto de pértiga, vertical, tiro de jabalina…). La verdad que a esa hora prefería echarme la siesta a ver eso, pero mi hermano se lo tragaba todo. Siempre ha sido de deportes minoritarios.
18 de la tarde. Volvíamos a casa, y se volvía a encender la tele. Un partidito de Rafa Nadal podía hacer que la tarde muriendo de calor se pasara un poquito mejor. A la vez, iban retransmitiendo algún partido de Waterpolo o Balonmano, donde siempre hemos sido del equipo femenino. Lo que hacen las españolas de Waterpolo tiene un mérito... Y esos partidos contra Estados Unidos, dios mío, ¡qué partidazos! Era la hora de merendar algo, ducharse y prepararse para otra competición.
2020 era el año señalado para vivir todo esto, pero debido al Covid todo se ha tenido que retrasar un tiempo. Nuestras vidas también se han retrasado un año, aunque el contador no se haya parado en ningún momento. Para muchos, ha sido un año perdido. Para otros, ha sido un año de recuperación y rotura con lo anterior (como el Romanticismo, vamos). 2020 era también año de Eurocopa, una Eurocopa que por motivos sanitarios no se pudo, ni se debía jugar. Todo pasó al 2021, año en que coincidirían Eurocopa, Olimpiadas y otra competición, por lo que los amantes de los deportes, podían estar todo, todo, todo, todo el día, enganchados a la tele.
21 de la noche de ayer. Suena el himno de España en la Cartuja. La cámara enfoca a los jugadores. ¿Dónde están Xavi, Iniesta, Villa, Puyol, Piqué o Casillas? ¿Quiénes son estos? Ay Luis Enrique… Bueno, tenemos a Gerard Moreno, Tiago, Pau Torres, Rodri y, sobre todo, al pulpo Busi. Esto nos debería dar para mínimo, llegar a octavos. El día que juega la selección, todos somos españoles. Mis amigos cantan el himno con la mano en el pecho y se celebra cada gol como si cualquier partido político tomara una buena decisión.
3 de la mañana. Después de dormir un rato, vuelves a encender la tele. Ahora juega Dios. A su lado, Messi. Si eres muy friki del fútbol, un Argentina – Chile de Copa América no te lo puedes perder. No es mi caso, por suerte. No he llegado a ese nivel, aún. A esas horas, después de un día lleno de deporte, solo apetece dormir. Y dormir mucho, porque a la mañana siguiente, volvemos con el Ping Pong, o con el Judo incluso. Yo ya no sé qué hacer para quitarle el mando a mi hermano. Si alguno de vosotros tiene alguna idea, que me la haga saber. Su aspecto actual es el de la foto, pero esto solo acaba de empezar. En un mes no me lo quiero imaginar.
Oye, no sé vosotros, pero estoy cansado de jugar al Sofing. Si queréis, os sigo escribiendo entradas, y entre bádminton, piragua, kárate, o breakdance, os las vais leyendo, que esto se puede hacer en la piscina. ¿Trato?
11 de junio de 2021
Verano, calienta que sales.
¡nOTICIÓN! Encima mal escrito, para que os deis cuenta de lo importante que es. ¡Ya ha llegado el verano! Después de un año de mierda, por fin llega una época que nos suele venir bien a todos para recoger pilas. El verano. Una estación controvertida, polémica, que suele suscitar a que haya dos tipos de personas. Como cuando en los sesenta eran de los Beatles o de los Rolling -ni uno ni otro, o Elvis o cualquier grupo de 4 tíos que cantara como si fueran The Platters-.
Uno de los primeros signos que
tenemos de que ha llegado esta estación es el calor que hace. Entiendo a la
gente que le encanta estar en la piscinita; que hay más sol para hacer planes;
que no hay colegio para poder quedar por la tarde. Si. Todo muy guay. Pero, ¿y
el hecho de estar en la calle y derretirte como un bombón Lindor? A mí me gusta
el verano, sobre todo el tema de la piscinita, pero es verdad que, como la sensación de estar
en invierno, con un frío soportable, con el ambiente de “medio” Navidad, no hay
nada. Y sé que me saldrán muchos haters, pero esta es mi humilde sensación.
Eso sí, el otro día, al pisar por
primera vez la playa en mucho tiempo, recordé una sensación que no tenía otros
años atrás. Tras todo este año que hemos pasado, que ha tenido cosas mejores y
peores, mi cabeza, al tocar esos finos granos de arena blanca, pensó en el verano pasado. Sin querer, me vinieron todos los recuerdos de las playas que
recorrimos con Cristina, día sí y día también.
Llegar a la playa con el coche transmitía
unas vibraciones así muy de película: la música a tope y la ventanilla bajada,
el viento dándome en la cara, el techo descubierto, ver el campo pasar a los
lados… Y cuando llegamos a la costa. ¡Ay qué olor! Yo de eso ya no me acordaba.
Hacía tanto tiempo que no iba, y que con la mascarilla no hueles mucho, que recordar ese olor
fue como oler a gloria.
Recuerdo cuando durante mis
primeros 19 años de vida pre-Covid, al bajarme del avión en Menorca, lo primero que me gustaba hacer era oler ese ambiente a mar salado que desprendía el aire, fuera la hora que
fuera. Ahora ese olor ya no lo noto, pero si es verdad que al llegar a la playa
se acentuaba un poquito. Escuchar el sonido del mar, ver la arena abarrotada de
sombrillas, oler a crema de sol, notar la espalda quemada…son aspectos que nos
demuestran una vez más que rondamos una época de vacaciones. Unas vacaciones
merecidas.
Quedan aún varios exámenes, pero
las ganas de cervezas en la playa y meterte en el agua con tu pareja o amigos va
ganando fuerza por momentos. Y en Menorca, durante este mes de junio, las ganas
se convierten pronto en necesidad. Ya sea Binigaus, Cala Mitjana, Binibècquer,
Macarella o Son Parc, cualquier playa es buena para ir a meterte i “fer una
nedadeta”. Aquí en Menorca no nos bañamos, nosotros nadamos en la playa, aunque
no hagamos ningún largo. Es lo que tiene ser de aquí. No lo vais a entender, pero por algo somos los "elegidos!
También os digo, el agua helada
eh. No sé qué le han metido, pero solo falta añadirle ginebra y limón, porque
los cubitos ya los tenemos. Los guiris se meterán (en el agua, que eso ha sonado bastante mal) porque allí no pasan de los 25º, pero aquí esta temperatura es
similar a la del hielo. Una vez conseguías ir metiendo partes de tu cuerpo,
ibas calculando el tiempo que tardarían en congelarse y no notarlas. Yo no sé
si duré unos 5 minutos, pero es verdad que antes de meterme me la había
imaginado más fría. Me sorprendió el aguante que tuve.
Puede que ir a la playa a veces
sea una odisea (y si no lo veis así, solo hace falta entrar a Youtube y verse
“Las playas de Málaga” de Dani Rovira): pensar en todas las cosas, sombrilla,
comida, la nevera, ropa de recambio, toallas, palas, crema de sol, móvil,
llaves, cartas para jugar… pero todo esto se compensa con llegar a una de
nuestras playas paradisíacas y disfrutar de un día de sol con buena compañía.
Este plan se lo recomiendo a todo el mundo, y mira que yo no era de playa.
También os recomiendo leeros mis artículos, aunque no seáis de leer. Rectificar
es de sabios dicen. Y venirse a Menorca también.
P.D. Cristina, empieza a calentar, que pronto sales! Nos queda nada. Yo te tengo preparadas la gasolina y la sombrilla para la playa.