17 de septiembre de 2021

La vuelta al cole en 80 días

Ostras, después de estar tanto tiempo sin pasarme por aquí, no sé si me voy a acordar mucho de escribir. A ver, de escribir sí, evidentemente, porque es como ir en bici, pero la práctica hace al maestro, y ahora mismo, ni práctica, ni maestro, sinceramente. No os esperéis hoy una gran entrada. 

        Ha sido un verano movidito, con muchas sensaciones distintas; apareció el Covid en Menorca con la (no, o sí) celebración de Sant Joan y la llegada de turistas a nuestra querida islita. #FreeCovid hasta que empezaron a abrirse las primeras fronteras y cervezas. Ahí se embarulló la cosa, aunque al huir a Fuengirola, nos salvamos un poquito. Fue por poquito, porque por ahí también se fue agrandando la cosa, pero es que el verano es el verano, y según la cinética de partículas, cuanta más temperatura, más velocidad –“en Nando estaria orgullós. Lo xulo de sa física”-.

Como el año pasado, gran parte del verano lo pasé con mi querida Cris, disfrutando los dos juntos de unos días de vacaciones. El apartamento que os describí hace un mes y algo fue el mejor en el que hemos estado nunca, y las vistas que teníamos aún no se me han borrado de la cabeza. Como tampoco se nos borraba que en un mes empezaría de las aventuras más importantes de nuestra etapa como pareja. Mira que hemos superado cosas; pandemia, distancia por estudios, confinamientos, pocos vuelos… pero un Erasmus era lo único que nos faltaba. Si lo conseguimos, creo que pocas cosas nos quedan por aguantar. No será fácil, y menos a tanta distancia, pero “imaginémonos cosas chingonas”, como diría el Chicharito, y en menos que canta un gallo, que en este caso viene al pelo, volveremos a disfrutar juntos de un verano en pareja con cervezas y playitas. El tiempo dirá.

        A diferencia del año pasado, en este verano ha tocado trabajar. Y trabajar mucho. Ha sido diferente al trabajo de temporada, pero no sé si prefiero encontrarme en el aeropuerto contestándole a un guiri en qué bus tiene que montarse, o vendiendo Chromebooks en nuestra tiendecita de Alaior. Eso sí, las reuniones con Google, que no me las quite nadie. A día de hoy va llegando el momento de pedir un tiempo muerto, porque el agotador ritmo del día a día va quemando las neuronas y la paciencia. Y eso es algo que, en estos días, es más que necesario.

Este verano me he emocionado al ver a mi padre cumplir 50 años, aunque de mente tenga 12 a veces. Me he emocionado ver a mis padres viajar al hotel donde se conocieron para celebrar su 26º aniversario (ya, sé que no son las bodas de plata, pero es que el Covid les jodió un viaje a Milán). Me he emocionado al dejar a mi novia en el aeropuerto y no saber cuándo la iba a volver a ver. Me he emocionado al volver a ver a mi familia un año después de la última vez que nos volvimos a juntar todos. Hasta me he emocionado al recordar la época en la que jugaba al baloncesto y me he vuelto a apuntar. Sí. Como lo oís. Vuelvo a ser jugador de baloncesto. Bueno. Jugador no, pero delegado sí. Mi nivel es tan bajo, que ahora mismo no me ficha ni el club de veteranos de mi barrio, pero poco a poco voy asimilando jugadas y el buen ambiente del entreno hace que no juegue con la presión de tener que hacerlo perfecto. Y esto me da la vida. Durante un rato puedo meter alguna ostia para sacar la rabia acumulada, los agobios del trabajo, las ralladas de cabeza, y todo se olvida por una hora y media. Es verdad que tener que pensar en cortar, pasar, bloqueo y pick and roll, ayuda a no pensar en nada más. Ni en lo que voy a cenar luego (con lo importante que es para mi la comida), imaginad lo concentrado que estoy.

        También he empezado la universidad, pero al ser online, creo que me pondré este finde ya a empezar cosillas. No hay muchas, pero como se acumulen, tendré trabajo hasta diciembre, y no está ahora mismo el horno para bollos. Ale, después de 700 palabras, creo que ya va siendo hora de terminar este artículo. No será el mejor, pero no creo que sea el peor. A veces leo entradas anteriores y pienso, Aleix, ¿cómo pudiste escribir eso? Pues ea, ahí está, escrito para los siglos de los siglos. 

Los que hayáis echado de menos estas entradas, tranquilos, volvemos a la carga. A los que seáis nuevos, bienvenidos. Nos espera un año interesante en el que espero daros un poquito más la vara que el año pasado.

Y fin. Uf, qué cansado estoy. No estaba acostumbrado a esto eh… Preparo la bolsa y me voy a entrenar, que ya va siendo hora. Muchas gracias, y bienvenidos a la vuelta al cole. Bienvenidos a Le Lector. 2.0.

No hay comentarios:

Publicar un comentario