¿A qué viene todo esto ahora? Ahora lo entenderéis. Primero de todo, para quien no lo sepa, Valldemossa es un pueblo de Mallorca, situado cerca de la sierra, al norte de la isla. Y, por otro lado, Chopin es uno de los compositores más conocidos del romanticismo, famoso sobre todo por sus nocturnos a piano. Supongo, y espero, que conocierais las dos cosas, sino tenemos un problema. Básicamente, os hago este pequeño resumen para que entréis en materia.
El fin de semana pasado, aprovechando que fue puente en España, nos fuimos de excursión con mis padres a Mallorca. Si los que sois fans del blog lo recordáis bien, en mayo hicimos algo similar, lo que esa vez solo estuvimos un día. Es algo que acostumbramos a hacer; no viene mal salir de la isla de vez en cuando, aunque sea para irte a otra un poquito más grande.
El primer día estuvimos en Palma de compras. Estuvimos en el centro comercial Fan e iban pasando las horas, y las tiendas se iban sucediendo: ahora vamos al Pull, luego Tiger, Primark luego al Zara… y así continuamente. Yo llegué más tarde, debido a un problema cronológico de una alarma y una cagada mía que ya contaré otro día, pero llegué. Ya en Palma centro también pasamos por la librería Babel, que merece mención aparte. Si os gustan las librerías, os apasionan los libros o simplemente os parece relajante ver una estantería llena, os recomiendo que paséis; tienen un montón de libros de todo tipo, y aunque los precios son los que son (como en todas las librerías), al menos se te puede caer la baba un rato y te puedes tomar un café.
Esta vez fue la primera que yo recuerdo que hemos tenido coche en Mallorca para poder movernos. Nunca lo habíamos necesitado tampoco, pero ya que estábamos, queríamos descubrir nuevos sitios que no fueran el Passeig del Born o Sant Miquel. Y aquí es cuando entra Valldemossa en esta entrada.
Por pequeña que sea Mallorca en comparación a otras islas, todo depende del punto de vista, siempre que uno llega a un sitio nuevo, necesita ayuda del Maps. Ni mi padre, un boss en el tema de la conducción, habría sabido llegar al pueblo por su cuenta, aunque una vez has hecho el camino una vez no hay que ser un lince para repetirlo. Segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer, y ya estás ahí. Si habéis pillado la referencia, sois los mejores.
Valldemossa se encuentra a mitad de montaña, a la que subes por una sinuosa carretera con unas vistas maravillosas. Tal vez tenía 100 casas en total. A lo sumo, 150. Tú llegabas a él y sabías que habías entrado en un mundo totalmente distinto. Yo no recordaba nada parecido… Esa naturaleza verde al lado que se iba comiendo las calles, esa bruma que volaba en el ambiente, la montaña justo detrás o esas casas marrones que surgían por encima de las piedras. Por parecido, Matera podría ser su hermana perdida, aunque el pueblo italiano está predominado por cuevas, y lo de Valldemossa eran casas, antiguas, pero casas, al fin y al cabo.
Si te fijabas bien en el pueblo, no tenía mucho. Tal vez podía tener 10 bares en total, alguna tiendecilla de ropa, una iglesia con un campanario que lleva años envuelto en una tela azul y todo estaba totalmente enfocado al turismo. Aquí nos quejamos por 3 meses de turismo al año, pero ahí cada finde se llenaba de ellos: alemanes, ingleses, mallorquines u otros españoles. Y una vez allí entendías el por qué.
Valldemossa era un pueblecito en el que por mucho viento que hiciera, su ambiente te atrapaba en su magia rural, una magia beatificada por Santa Catalina Thomas, matrona del pueblo. Y por Chopin, compositor polaco que por recomendación del médico vivió durante unos años en ese pueblo para curarse de la tuberculosis que sufría -mira que tenía montañas cerca de Polonia y se tuvo que venir a Mallorca-. Allí, en la Cartuja del pueblo, junto a George Sand, gran poetisa y amada del pianista, descubrieron el “lugar más bello del mundo”, donde se inspiraron para sus futuras composiciones. Ellos no estuvieron muchos años, pero su recuerdo perdura aún y perdurará muchos años más en esas calles estrechas que conforman la imagen del pueblo. Otros famosos como Michael Douglas también han aprovechado y han comprado alguna casa por ahí para disfrutar de la tranquilidad y lo bueno de la vida que te aporta un pueblo: me imagino en una de esas casas, con un libro, una copita de vino y un portátil para escribir (hombre, si puede ser una Olivetti, mejor), y se me cae la baba como en Babel. Eso sí, como no me pongan una estufa me voy. Ya os aviso.
Tras un rato de pasear, volvimos a coger el coche y desanduvimos lo andado 2 horas antes. Por mucho que fuera un ratito corto, nos volvimos a la civilización habiendo descubierto un lugar precioso que, a lo tonto, se puede haber metido en mi Top de lugares bonitos. Bueno, volvimos con eso y con una sobrasada. Eso es sagrado. Si alguna vez vais a Mallorca, aprovechad, y visitadlo. Veréis que no tardáis mucho (es lo que tiene vivir en isla), y que vale la pena. Y sino, durante el camino os leéis mi entrada y pensaréis en todo lo que os he dicho. Recordad, segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer. Allí se encuentra Valldemossa, el pueblo que dio la vida a Chopin y te la dará a ti nada más llegar.
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