12 de julio de 2024

¿Cuánto falta para hacerme mayor? Todavía un poco.

Todos habéis sentido miedo alguna vez. A las arañas, a la oscuridad, a los espacios abiertos, al mar. Sin embargo, durante los primeros años de vuestra vida, el miedo a decepcionar a unos padres es mucho más común de lo que crees. Un miedo a que ese hijo perfecto que ellos habían creado, no lo sea por un momento. Un miedo que se puede convertir en rabia, o incluso en lágrimas. 

Como decía Perogrullo mucho antes que Quijote o Quevedo -el escritor, no el cantante-, en la historia siempre hay una primera vez. Y si hay siempre una primera vez, esta fue la primera en la que alguien te pidió una reseña de un libro. Ese libro tenía que estar en el blog. Entonces, el libro prometía. Encontrar el momento perfecto para abrir el libro y adentrarte en sus primeras páginas se demoró más de lo esperado, pero la prosa de Nuccio Ordine te tenía atrapado y cuando te encuentras en su océano de palabras, el frescor de sus referencias y su inteligencia te deslumbran hasta llegar a la orilla del final.

Llegó la noche y poco a poco se fueron encendiendo las lucecillas del salón de casa. Con la barriga llena y la mente en blanco, lista para la aventura, cogiste el libro y te dispusiste a empezar un viaje. Para ti, todos los libros son pequeños viajes a través de historias, cuentos, pensamientos, donde el autor nos deja una pequeña parte de si mismo. Y de repente, estaba dentro.

A lo largo de la infancia, esa época curiosa en la que los sentimientos son algo tan efímero y volátil que aparecen y desaparecen como fideos en una sopa de invierno, siempre has querido romper un molde. Un molde que se ha ido formando gracias a tus padres, tus profesores, tus amigos… pero una vez vas creciendo, una pregunta se va instalando en tu cabeza poco a poco; ¿cuándo serás capaz de crear tú mismo ese molde? ¿Cuándo serás capaz de romper esos moldes y hacerlos a tu medida?

Después de un largo análisis, crees que ese momento tampoco llega nunca. Vas creando, descubriendo, aprendiendo, pero los amigos siguen ahí, aparece gente nueva, una pareja, unos compañeros de oficina, un futuro casero al que hay que gustarle… Leyendo el libro, te queda claro relativamente pronto que ese momento que tanto deseamos, el momento de libertad ansiado desde la juventud quizá jamás llegué. Quizá jamás seas capaz de poder jugar en ese futuro que durante tiempo has deseado. Durante una época de tu vida, libertad es sinónimo a fiesta y alcohol, en otra, sabe a casa con jardín, en un futuro, huele a hijos, un Golden Retriever y felicidad conjunta, para finalmente llegar a una época en la que la libertad sea simplemente no pasar por el hospital, leer un libro en un banco y ver a esa familia que has creado crecer. Os volveréis a ver dentro de seis meses, dice la psicóloga.

Crecer, en tu caso, que habías pasado tu infancia en una isla donde en verano se vive hasta el extremo y en invierno todo se calma, fue necesitar una salida a una ciudad grande, sin darte cuenta de que en una ciudad el tiempo pasa como si hablase muy rápido, sin entenderlo. Corriendo de un sitio para otro, trabajando la mayor parte del día, esperando al metro, esperando en el super, esperando en un restaurante. Crecer, en tu caso, significó no valorar del todo eso que tenías en su momento y lanzarte al vacío del ahora.

Con esta novela de Paula, entras en una fase totalmente desconocida: reseñar la novela de alguien a quien conoces personalmente. Y si tuvieras que destacar lo mejor, sería esa segunda persona que gobierna toda la trama de forma invisible. Qué difícil es escribir en segunda persona y qué fácil lo hace. Ya te gustaría a ti hacerlo así. Siempre has soñado con escribir en segunda persona, desde que tu profesor de castellano te lo enseñó en tercero de la ESO. ¿Qué será de él ahora?

La consciencia es esa segunda persona con la que hablas en cualquier momento; en casa, en el trabajo, en una reunión… a veces, tiene forma de madre, de abuela, o de novia, y seguramente, aunque en ese momento no lo creas, van a tener razón. Da gusto hablar sin que nadie te interrumpa, porque hablar sin que nadie te escuche, eso es más común.

Ahora que nadie nos mira es un conjunto de relatos que está lleno de amor, pero también de desamor. Hay miedo, miedo a crecer, a fallarle a alguien, a seguir fallándote a ti mismo. Hay también un viaje en búsqueda de tu lugar en el mundo, aunque en ese viaje te equivoques una y otra vez de destino. Tiene lágrimas y discusiones. Tiene una infancia llena de amistad, de coreografías en los recreos, de castigos y de vacaciones en familia con el descapotable abierto. Tiene una historia familiar detrás, y muchos momentos de hablar con uno mismo. Tiene también mucha verdad; porque a veces, con la verdad basta. Ahora que nadie nos mira tiene 100 páginas. Ahora que nadie nos mira tiene 10 pequeños relatos. Ahora que nadie nos mira tiene todo lo que uno puede pedirle a una novela y tiene a una autora que sabe lo que quiere, una autora que ha hablado mucho con ella misma y ha aprendido a hablar contigo.

Hubo una época en la que todo parecía más sencillo, amable, como la playa por las mañanas. Sin embargo, tras haber leído esta pequeña historia, me quedo con el ahora, con los moldes, con mi familia, con mis miedos y con mis aprendizajes. ¿Cuánto falta para hacerme mayor? Tampoco tanto.

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