5 de mayo de 2021

Unas elecciones a vida o muerte

El 10 de marzo, pasadas escasas horas de la mañana, Ayuso sorprendía a la sociedad madrileña (y a la que no lo es), con una anticipación de las elecciones provocada por sendas mociones presentadas en Castilla y León y Murcia. En ese momento, nadie esperaba todo lo que iba a desencadenar esa decisión. 

Ciudadanos, un partido que ahora mismo, después del horroroso resultado en las elecciones de ayer, no va a volver a levantar cabeza, decidió aliarse con la izquierda para intentar salvarse el pescuezo. La gobernanta de Madrid, viendo que podía quedarse sin curro y sin gobierno si alguna moción fructificaba, decidió convocar unas elecciones, algo que se veía totalmente innecesario, y menos cuando su mandato acababa de arrancar. Una vez ya redactada el acta de convocatoria, los partidos de la izquierda intentaron frenar esa maniobra con otras mociones de censura, esta vez al gobierno de Ayuso. Fue algo así como cuando te has manchado e intentas quitar la mancha con el dedo, pero ya es demasiado tarde porque el kétchup ha calado en tu camiseta.

En medio de todo ese embrollo, Ayuso, poco a poco se postuló como una de las favoritas a ganar las elecciones que aún no eran 100% seguras. Como hemos dicho, la izquierda había mantenido sus mociones, que fueron denegadas, y se dio luz verde a unas elecciones que se vaticinaban, cruciales. Muy polémicas, como las de Cataluña en su momento, pero cruciales. 

La izquierda, viendo lo que se venía, intentó unir fuerzas para parar a ese “tiburón” que prometía ser la líder del partido popular en Madrid. Pablo Iglesias, que había conseguido entrar en el gobierno después de estar años intentándolo, decidió que eso no era suficiente y pensó que era el elegido que guiaría al pueblo de Madrid hacia un gobierno progresista de izquierdas. Al menos, su partido no moriría tan rápido. Por el contrario, Sánchez eligió, seguramente, a la persona más capaz y correcta, pero a la menos adecuada para ser la cara visible de un partido socialista, que, viendo el resultado, se ha dado un batacazo. Una persona que se considera sosa a ella misma no puede estar en un debate con gente que se va a insultar todo el rato, por muy listo que sea. Que lo es. Y luego, por otro lado tenemos a Mónica García, que merece mención aparte. 

Y así empezó la campaña. Una campaña bronca, muy discutida, con muchos insultos y con demasiado protagonismo en los medios. Imagino que por todo lo que puede acarrear a nivel nacional, aunque esto no sé a quién podía beneficiar más. El notición vino cuando Pablo Iglesias tuvo que dejar el cargo antes de lo previsto, imagino que algo con lo que no contaba, igual que con la negativa del partido al que podía intentar engatusar. El partido de Mónica García le plantó un NO en su cara. Un no de esos de los de No es No. Por que no tocaba. Por que Mónica García se valía sola. Por que ella, y su puesta en escena, han sido una de las vencedoras de la noche. Médica, con temple, capacidad para hablar, inteligencia, y visión, algo que otros no tenían. Esperemos que le vaya bien en la oposición, porque se lo ha ganado. 

Al final, después de un récord en participación casi histórico, ha ganado Ayuso, un personaje curioso en la historia de la ciudad que seguramente sea recordado dentro de muchos años; heredera, a su manera, del trono que dejó Esperanza Aguirre. Por que su manera de gobernar no ha sido la del PP de toda la vida. Ella lo ha hecho a la ayuso, algo que ha gustado bastante a la gente, y más en un tiempo de pandemia en el que el gobierno central se ha creado sus propios “haters”. La madrileña siempre ha tenido sus detractores, y es cierto que hablando puede pecar a veces de inexperiencia. O de un pensamiento hasta demasiado tradicional, pero ese cariño que le tiene a Madrid y a toda su gente es lo que la hace una presidenta al agrado de la mayoría de sus ciudadanos. Por esta razón, Casado, no la puedes sacar de ahí. Porque ahí puede triunfar, pero fuera puede ser demasiado de derecha para lo que tiene que buscar el partido. 

Mañana, es decir, hoy, todos los partidos ganarán. Bueno, todos, o casi todos. Por un lado, tenemos al PP, que evidentemente ha ganado las elecciones; Más Madrid, que al final ha dado el “sorpasso” y se convierte en líder de la oposición; el PSOE, porque siguen empatados con la primera fuerza de la izquierda; VOX, que no merece mucha mención, porque ha sumado un escaño más en sus filas (el número 13 estará contento); Podemos, porque ha aumentado el número de votos. Hasta Ciudadanos, que así tiene vacaciones hasta las generales -o ni eso, que a estos les quedan cuatro telediarios-. 

En definitiva, ha ganado el PP, pero Madrid no es España, no se engañen. Ganar una batalla no significa ganar la guerra, pero se entrevé el camino que se quiere seguir. Veremos cómo sigue esto (en Galicia ha funcionado, en Madrid también. Falta ver Andalucía). Se tiene que reconocer también, que la imagen de calle Génova no es buena, y eso refuerza la idea de que a los “cayetanos” se les permita todo. Si estáis en el gobierno, mirad para que estas cosas no pasen. Por vuestro bien, y por el de todos, que es muy fácil quejarse y a los 5 minutos hacer algo distinto. Y sino, que se lo digan al presidente del gobierno de ahora, o a cualquiera, que todos tienen lo suyo. 

Por cierto, noticia de última hora. ¿Alguien sabe dónde está Edmundo Bal? Por que la última vez que se le vio fue hace un par de meses cuando estaba en el gobierno. Es así como mayorcito, delgado, metro ochenta, moreno… Ah, seguramente esté con Iglesias en su nuevo programa de televisión. Como decía que era tan importante la política, tal vez se le ha olvidado ya. Y hasta aquí mi entrada; para más información, encended la tele y en la Sexta encontraréis seguramente a Ferreras que sigue hablando.

 

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