2 de mayo de 2021

Mamma mia. Madres como la mía, ninguna.

2 de mayo. Llego a escribir la entrada ayer y habría coincidido con uno de los días más importantes para los trabajadores. Al menos para los trabajadores del siglo XX, porque ahora mismo es un día sin más. Los cambios necesarios en ese momento ya se hicieron, aunque siempre está bien manifestarse contra algo en lo que siempre habrá alguna injusticia. Y más cuando se depende de alguien “superior”.

        Pero hoy ya no es el día del trabajador, aunque tampoco es que lo disfrutáramos mucho ayer, porque era sábado y no teníamos trabajo. Encima llovía. Hoy es domingo (día del señor), pero por encima de todo, es el día de la madre. De todas las madres. De la mía en concreto. 

Nunca te he dedicado una entrada, porque creo que sabes lo que ya pienso de ti. De todo lo que eres para mí. Siempre nos han dicho que nos parecíamos mucho; de pequeño se ve que era clavado a ti, aunque ahora mi parecido sea con papá, o eso dice la gente.

        No me acuerdo mucho de como eras cuando yo era pequeño, pero si por un momento fuiste la mitad de cariñosa y buena que ahora, creo que puedo decir que mi infancia ha sido la mejor. Es verdad que con el tiempo hemos tenido nuestros más y nuestros menos, sobretodo porque nos parecemos un montón, pero eso es nada comparado con todos los buenos momentos que hemos podido vivir. 

Siempre podré decir que he tenido la suerte de que mis padres me han venido a ver a todos los conciertos que he hecho (que han sido muchos), me habéis comprado todos los instrumentos musicales que he necesitado; hemos viajado mucho, dentro de España y alguna vez, fuera; hemos ido a jugar a futbol y baloncesto juntos; hemos hecho excursiones; viniste a Madrid cuando estaba estudiando ahí; nos habéis comprado la ropa y las cosas que queríamos; siempre hemos tenido un plato en la mesa de lo que quisiéramos y nos hemos ido también a cenar por ahí a sitios guays.

        Has sido siempre mi consejera. Amigos puedes tener muchos, pero consejeros como tu madre, normalmente hay pocos. Siempre he sentido que puedo hablar contigo de todo lo que necesito, y eso hay poca gente que lo pueda decir a mi edad. Me has apoyado siempre en todas las locuras que he querido hacer y también habéis sabido bajarme del burro cuando la locura era demasiado gorda. Has sido mi Banco de España, la chacha de mi hotel (eso dices tú, a ver si me van a tildar ahora de machista), nuestra cocinera más guapa, nuestra cuidadora, nuestra taxista y nuestra psicóloga cuando más lo necesitábamos. Porque ha habido veces que estábamos mal y un abrazo tuyo siempre ha ayudado. 

Siempre te daré las gracias por todas estas cosas, pero si hay una sobre la que no puedo estar más orgulloso, es que, por encima de todo, has sido nuestra madre. Y no una madre normal. Una con mayúsculas, sí. Una MADRE. Porque una madre tiene que ser una amiga, pero también tiene que saber decirte algo cuando lo estás haciendo mal. Porque una madre tiene que estar allí, pero tú no te has ido de allí. Porque una madre tiene que ayudarte, pero tú nos has salvado alguna vez. 

        Aunque haya veces que no estemos de acuerdo, siempre te voy a querer. Por algo eres mi madre. Sé que a la familia no se la escoge, y en eso nosotros sabemos bastante, pero no cambiaría a la mía por nada, y menos siendo tú. Contigo, hasta el fin del mundo. No lo dudes. Porque madres habrá muchas, pero como la mía, ninguna. 

Te quiero mamá. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario